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Mostrando entradas de febrero, 2014

Trato ácido

Déjame que me equivoque, y que rectifique, o no. Todos los pasos no están mal dados. Las huellas sobreviven en el hielo. Ese que nunca se derrite. Déjame que meta tanto la pata que ni siquiera me reconozcas, las lágrimas nos sanan por dentro. Puedo hacerlo todo a la perfección, pero a veces las conexiones dicen lo contrario. Y es que se trata de aprender. Y yo tengo mis brazos abiertos para cada error, para cada confusión. Quién no se equivoca jamás mejora, jamás cambia, jamás avanza. Y yo no puedo quedarme quieta. Hagamos un trato ácido, de esos que te hacen querer comerte la vida, mientras la miras con ojos desafiantes y una sonrisa pícara. ¡Hagámoslo!

No son palabras tristes

Cuando el tiempo se torna a gris, mi mente parece blanca, pero siempre hay una excepción, esa que marca la regla. Días nublados, ojos lluviosos. Días lluviosos, sentimientos nublados. A veces la verdad duele, duele tanto que sientes como si las palabras fueran una bomba que se acerca a ti, entra por tu boca y entonces explota. No sé bien qué decir. Tienes la razón. Asiento. Agacho la cabeza. Antes de que te des media vuelta estaré empapando pañuelos de papel. Nuestras decisiones, esas que elegimos nosotros mismos, tienen consecuencias y más cuando el mundo habla a tu alrededor sin parar y tú no quieres escuchar, nada más ¡basta! No será lo mismo, ya nunca será lo mismo, pero será diferente y la diferencia marca el cambio, el progreso. Tengo la ilusión enfrente y mis sueños al lado, tenía dos opciones, caminar y seguir o quedarme sentada disfrutando de dulces melodías. Nadie nunca dijo que el sendero elegido sea fácil. Como decía mi princesa, Vicky (la única princesa que h